Olga Barbosa, en su columna del diario La Tercera, nos acerca como siempre al proyecto VCCB, que busca trabajar por la conservación, de la mano del desarrollo vitivinícola.

Integrando producción y protección en Chile central
Mientras escribo esto, recuerdo mi infancia juanto al frescor de un bosque de la zona central en Melipilla, su olor a hojarasca, el ruido del agua en las vertientes. Ese paisaje idílico aún es posible de encontrar en escondidas quebradas de la zona centro sur de Chile, inmerso en campos agrícolas, como los últimos bastiones de un ecosistema único e irremplazable. Los que crecimos saludando “al señor libre”, sacando hojitas de boldo para la agüita y usando la corteza del quillay para lavarnos el pero, seguramente no sabíamos del endemismo de estas especies (crecen exclusivamente en Chile).
El ecosistema mediterráneo de Chile central se extiende desde el sur de la cuarta hasta el norte de la octava región de nuestro país. Sus bosques y matorral esclerófilos, resultado de miles de años de adaptación a los veranos secos característicos del clima mediterráneo, albergan un 52% de la flora vascular de Chile, siendo la mitad de estas endemica. Los valores son similares para su fauna nativa.
Trabajando con viticultores, se están protegiendo zonas de vegetación nativa en sus predios, incorporando prácticas que fomentan la biodiversidad nativa en sus campos.
A pesar de su importancia, menos del 1% de su superficie está bajo alguna categoría de protección. Por otro lado, este ecosistema posee un gran valor económico, pues alberga la mayor productividad agrícola del país, y le provee servicios ambientales esenciales como lo son el control natural de pestes, la regulación del clima local, polinización y provisión de agua pura, entre otros. El rol que la industria agrícola puede cumplir en proteger este ecosistema es fundamental. Así lo han demostrado ya un grupo de Viñas que forman parte del Programa Vino, Cambio Climático y Biodiversidad. Esta iniciativa científica no solo investiga cómo estos paisajes proveerán servicios ecosistémicos a la viticultura y comunidades locales bajo un creciente impacto humano y cambio climático, sino que además, trabajando con viticultores, se están protegiendo estensas zonas de vegetación nativa en sus predios, incorporando prácticas de manejo que fomentan la conciencia de biodiversidad nativa en sus campos, aprendiendo y conociendo sobre el valor de nuestros ecosistemas, e involucrando a sus comunidades locales en la conservación de lo que hoy reconocen como su ecosistema, su patrimonio y su identidad.
Dra. Olga Barbosa, Directora Programa Vino, Cambio Climático y Biodiversidad, Instituto de Ecología y Biodiversidad, Universidad Austral de Chile.
