Una fiesta de la Biodiversidad en Chiloé

ecologia bosques

Por Dr. Juan Armesto, Presidente de Fundación Senda Darwin

El año 2010, que recién terminó, fue el año internacional de la biodiversidad, un homenaje mundial a la vida en todas sus manifestaciones en el planeta Tierra. De acuerdo a un estudio del año 2009 (Science, editorial, 5 de marzo del 2010), mil millones de personas en el planeta dependen para su subsistencia de la cosecha, colecta o cultivo de los productos de la diversidad biológica presentes en áreas naturales. En Chiloé, por ejemplo, estos beneficios directos de la biodiversidad, derivan de la obtención de energía, medicinas, tinturas, fibras, materiales de construcción, alimentos (mariscos, frutos, hongos), etc.

En el curso de Ecología de Bosques 2010, que dictamos anualmente en el mes de diciembre en la Estación Biológica Senda Darwin, hicimos como siempre una exploración de la diversidad de organismos que habitan el bosque chilote. Las discusiones, preguntas y reflexiones que de ahí surgieron representan nuestro modesto, pero no menos entusiasta homenaje y aporte a esta celebración mundial. Un análisis del valor de nuestra biodiversidad desde esta pequeña isla del sur de América.

Durante este curso nos maravillamos con el conocimiento de la historia del bosque chilote, en gran medida un legado biológico de antiguas selvas que poblaron el desaparecido supercontinente de Gondwana, hace más de 100 millones de años, ¡cuando la Antártica, Sudamérica y Australia formaban una sola gran tierra continua y el clima era más cálido que el actual! Durante los siguientes 100 millones de años, este territorio se fragmentó y los fragmentos derivaron distanciándose unos de otros. La Antártica perdió sus bosques bajo el hielo glacial. Pero en Sudamérica aún encontramos sobrevivientes de la gran deriva de los continentes australes. Sin duda, algunas de las curiosas criaturas que hoy conviven con nosotros en el bosque chilote, como el esquivo “monito del monte”, perteneciente a un antiguo linaje entre los marsupiales, descienden de razas que vivieron en las selvas Gondwánicas. En el curso discutimos también el caso de muchos árboles, como el coigüe, el ulmo o el tineo, cuyos parientes cercanos, de acuerdo a los expertos, se encuentran en bosques de Tasmania y Nueva Zelanda, hoy separados por miles de kilómetros. También los puyes que nadan en los ríos que drenan nuestros bosques tienen parientes en esas lejanas tierras. Los distintos componentes de la biodiversidad, especies, poblaciones y sus acervos genéticos son entonces poderosos “instrumentos” para atisbar el pasado que antecede a nuestra llegada (como seres humanos) al planeta.

Analizamos también en el curso, la trasformación de los ecosistemas terrestres (bosques, turberas) en los últimos milenios. Las glaciaciones cubrieron parte de la isla hace unos 18 mil años y los bosques decrecieron en extensión. De unos pocos milenios después datan los primeros asentamientos humanos en el sur de América, que comenzaron a ocupar los valles y las costas hasta Tierra del Fuego. La gran isla de Chiloé pareciera haberse mantenido cubierta por “un solo gran bosque verde oscuro” por los menos hasta 1835, cuando el naturalista inglés Charles Darwin describió así la isla en su diario de viaje. Concluimos en el curso que los mayores cambios del paisaje, y de la biodiversidad, vinculados a la acción de los seres humanos se remontan en realidad a los dos últimos siglos.

Discutimos que los más notables cambios a gran escala son quizás los que se están produciendo hoy en día, ante nuestros ojos. En los últimos cinco a 10 años, el norte de la isla se ha cubierto de un manto de rojizos eucaliptos (nos volvemos “australianos” en el siglo 21), que están plantados sobre destruidos bosques de cipreses y coigües. Los caminos y campos son invadidos implacablemente por densos matorrales de espinillo y retamo europeos, que no dejan crecer otras plantas. Toneladas de pompoñ chilote se extraen y secan para rellenan sacos que viajan sobre camiones, con destino al continente (y más allá). Los bosques de olivillo de Quempillén, verdaderos monumentos a la biodiversidad en la costa de Ancud, se han transformado hoy en la “zona industrial” y estacionamiento de camiones, marcando la entrada a la ciudad con una impronta desértica.

Es evidente que en el naciente siglo viviremos en un mundo nuevo. Los seres humanos y los sistemas naturales con los que convivimos cambiarán irreversiblemente, junto al mundo globalizado. El estudio de los bosques nos permite reflexionar sobre el papel que estos refugios de biodiversidad pueden tener en el Chiloé (y Chile) del futuro. Los cambios actuales del paisaje son consecuencia de nuestro sistema social y económico, y sus efectos sobre el medio ambiente y las criaturas (plantas o animales) del bosque chilote se pueden anticipar con bastante certeza mediante el análisis cuidadoso de las tendencias de las últimas décadas. La perspectiva histórica del curso nos permite valorar el “capital” de biodiversidad que heredamos los seres humanos. El año de la biodiversidad nos abre una oportunidad de reflexión y cuestionamiento de la manera en que convivimos hoy con los demás seres vivos. Los planes de desarrollo de Chiloé deben enriquecerse con estas perspectivas y abrir opciones de mejor calidad de vida y desarrollo para sus habitantes, sobre la base de los valores y aportes de la biodiversidad de la región y el país.